El Nacimiento de la Moderna Cámara de 35mm

Prehistoria de la Leica: el desarrollo entre 1925 y 1932

La Ur Leica, el prototipo que comenzó todo
La Ur Leica, el prototipo que comenzó todo

Presentada ante el gran público en la Feria de Primavera de Leipzig en 1924, la primer cámara de 35 mm de la casa Leitz tardó todavía algunos meses en conseguir su proprio nombre que, con el tiempo, se convertiría en sinónimo de precisión mecánica, excelencia óptica e innovación en el diseño. Se propuso inicialmente el nombre de «Barnack Kamera», pero se deshechó por impronunciable para los compradores de algunos países, sumado al hecho de que Barnack no era demasiado conocido fuera de los ambientes técnicos de Wetzlar, un pueblito perdido entre Colonia y Frankfürt. Estaba claro que el nombre debía contener el de la empresa, por lo que se ensayó más tarde con «Leca«, contracción de LEitz CAmera. El problema con este nombre estribó en que ya existía una «EKA» (una cámara producida en Alemania por Kraus), cuyo nombre sonaba bastante parecido, sobre todo en ciertos mercados, como el francés, en el que la dicción «l’Eka» los convertía en indistinguibles. Se decidió finalmente lanzarla como «LEItz CAmera», destilado en LEICA.

Un ejemplar de pre-producción de la Leica, denominado Leica 0
Un ejemplar de pre-producción de la Leica, denominado Leica 0, o Nullseries

El lanzamiento en 1925 fue exitoso y saludado calurosamente por la prensa del momento, la que sin embargo entendió el evento como un nuevo intento por parte de una fábrica de microscopios de expandir su producción hacia nuevos campos, apostando a un formato que pocos usaban entonces. La película de 35 mm era difícil de conseguir fuera de los círculos cinematográficos, la carga de la cámara no era precisamente simple, otros fabricantes que habían tratado de usar la misma película habían desaparecido o mantenían sus producciones a nivel artesanal, y para rematar, Leitz era una compañía muy bien considerada entre los usuarios de microscopios pero prácticamente desconocida como fabricante de cámaras fotográficas. Las cámaras de placa que había construído anteriormente (la «Moment» y la «Klapp«) habían de hecho sido un fracaso en ventas. El futuro de la nueva máquina fotográfica, en los ojos de los cronistas de ese entonces, era, cuanto menos, dudoso.

Una de las primeras Leica I Modelo A, con objetivo Leitz Anastigmat 50/3.5 niquelado
Una de las primeras Leica I Modelo A, con objetivo Leitz Anastigmat 50/3.5 niquelado

Sin embargo, hacia fines de 1925 se habían vendido casi mil cámaras Leica I, 180 de las cuales eran la variación con obturador central (Leica Compur). En 1926 se vendieron más de 1600 cámaras y el año siguiente se duplicó el número de unidades vendidas. Pese a la recesión mundial de 1929, unas 9000 cámaras fueron despachadas desde Wetzlar ese año. Para 1933, el promedio de ventas anual era de unas 30 a 35.000 cámaras. Por primera vez desde los experimentos de Niepce, era una cámara la que se imponía, inventando a la vez un formato, un estilo, y una manera de retratar y atestiguar sobre la realidad del mundo.

La Leica I (modelo A) retuvo casi inalterado el diseño de las Leica «0» y de la UR-Leica, con los controles en las mismas posiciones. El obturador de plano focal de recorrido horizontal, que Barnack había perfeccionado en los trece años anteriores se encontraba en un estado de madurez ideal: hasta el día de hoy sigue manteniéndose casi idéntico. Se le han mejorado algunos detalles de funcionamiento en miras a un rendimiento más constante, pero el principio sobre el que se basa no ha sido cambiado.

Las primeras Leica I eran de lente fijo, siendo el objetivo utilizado en primera instancia el Leitz Anastigmat de 5 cm y apertura relativa máxima de f=1:3,5. En 1914, Oskar Barnack le había solicitado al matemático y físico Max Berek, diseñador óptico de E. Leitz, que proyectara un lente que cubriese el formato de 24×36 de sus cámaras de prueba (UR-Leica) para reemplazar las ópticas cinemátográficas (Carl Zeiss Kino-Tessar) que venía usando. Berek le proveyó el Anastigmat, un diseño de cinco lentes en tres grupos (triplete) de gran corrección óptica. Barnack lo encontró tan satisfactorio que no solamente lo usó para las treinta y pico «Nullseries» de 1924, sino que lo mantuvo incluso para las Leica I de producción regular, cambiándole el nombre después de las primeras doscientas cincuenta a «Elmax«, contracción de Ernst Leitz (EL) y MAX, el nombre de su inventor.

Profesor Max Berek (1886-1949), matemático y físico, responsable de los diseños ópticos en la Ernst Leitz de Wetzlar
Profesor Max Berek (1886-1949), matemático y físico, responsable de los diseños ópticos en la Ernst Leitz de Wetzlar

El Anastigmat/Elmax, sin embargo, y sin perjuicio de un rendimiento óptico impecable, resultaba de producción muy cara, y se encomendó nuevamente a Berek que optimizara su diseño sin disminuir la calidad. A fines de 1925, éste presentó el Elmar (Ernst Leitz MAx beRek), un triplete de cuatro lentes (un elemento menos que su predecesor) y calidad aún más alta.

El 50/3,5 Elmar, cuya producción abarcó prácticamente 34 años ininterrumpidos, desde 1925 hasta 1959, y con más de 365.000 unidades construidas, se convirtió en la pareja ideal de la Leica. Cobertura total y uniforme del formato 24×36, calidad óptica y practicidad de uso (su diseño «colapsible» permitía retraerlo, empotrándolo en el cuerpo de la cámara y contribuyendo a su tamaño «de bolsillo») lo definieron como el estándar de los lentes normales. No hubo fabricante europeo, americano o japonés, en los años posteriores a su introducción, que no copiara su forma o su fórmula, en algunos casos incluso con escandalosa alevosidad.

Un Elmar 50/3.5 con terminación en níquel, primer diseño con montura a rosca
Un Elmar 50/3.5 con terminación en níquel, primer diseño con montura a rosca

En 1928, el Hektor de 50 mm y f/2,5 hizo su aparición, marcando un nuevo paso en la búsqueda de la máxima luminosidad y la utilización de la luz ambiente. El nombre, tomado de uno de los perros predilectos del Profesor Berek.

Leica I Modelo A con el súper luminoso (para la época) Leitz Hektor 50/2.5
Leica I Modelo A con el súper luminoso (para la época) Leitz Hektor 50/2.5

Rápidamente, y asociado al crecimiento en ventas, se desarrollò una amplia gama de accesorios, desde telémetros hasta bolsos. Nacía así también el moderno concepto de «sistema fotográfico» centrado en una cámara.

Plenamente consustanciado con este desarrollo, Barnack ideó la posibilidad de montar objetivos de diferente distancia focal por medio de una montura a rosca en el cuerpo de la máquina, creando así la Leica I (modelo C) de lentes intercambiables. Encomendó nuevamente al Profesor Berek (título que le sería anulado por los nazis en 1940 por su continuado rehusarse a ceder a sus prerrogativas y recuperado tres años antes de morir, tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial), el desarrollo de tales ópticas. Berek entregó los diseños del Elmar de 3,5 cm (un granangular de f/3.5, muy luminoso para la época) y el Hektor de 13,5 cm. Los angulares que existían entonces, para cámaras de placas, eran muy poco luminosos y contaminados por importantes aberraciones, pruebas que el Elmar superaba con tranquilidad. Los teleobjetivos, totalmente inadecuados para ser usados a mano libre por su baja luminosidad, adolecían de una notable falta de nitidez en los bordes. Berek resolvió esto proyectando un esquema óptico con cobertura para 9×13 cm, por lo que el Elmar, además de poder ser usado sin trípode, presentaba una nitidez en el formato de 35 mm jamás vista antes.

Los objetivos debían aun ser ajustados a la distancia entre la montura y el plano película de manera individual, por lo que llevaban en su cuerpo inscripta la terminación del número de serie de la máquina a la que correspondían.

En 1931 se estandardizó esta distancia (tiraje), por lo que a cualquier cuerpo se le podían montar cualquier objetivo (Leica I Modelo «C» estandarizada, o Leica I «0» – por el símbolo que tenía en la h.12 de la montura indicando la intercambiabilidad de los lentes).

Leica I "Modelo C" estandardizada, también denominada Leica I "0" ("cero"), por el número grabado en la montura del cuerpo, que señalaba la estandarización de la distancia entre el plano de foco y el plano de la montura
Leica I "Modelo C" estandardizada, también denominada Leica I "0" ("cero"), por el número grabado en la montura del cuerpo, que señalaba la estandarización de la distancia entre el plano de foco y el plano de la montura

En 1932, el avance incontenible de la fotografía de 35 mm tuvo dos nuevos hitos, que marcaron definitivamente la hegemonía absoluta del formato en el siglo XX. Primero, salió a la venta la Leica I de lentes intercambiables y tiraje estándar a la que se le agregó un telémetro acoplado automáticamente al enfoque del objetivo, conocida como Leica II, o Leica Couplex en el mercado francés. Segundo, la fábrica alemana Perutz lanzó a la venta los primeros rollos de película de 35 mm precargados. A la portabilidad y facilidad de uso de la Leica se le sumó así la practicidad de carga y descarga, desligándola definitivamente del cuarto oscuro donde debían ser cargados los cassettes especiales que se usaban hasta entonces. Se trataba de una película lenta y de grano grueso ( 17 unidades Schneider, equivalentes aproximadamente a unos 4 ASA (ISO 4º), más tarde ampliada a 32 ASA), pero que dominó el mercado por un par de años hasta que Kodak, Mimosa, Pathé y Agfa introdujeron sus «Leica Films«. En pocos años, la oferta se expandió hacia películas de múltiples formulaciones, calidades de grano y sensibilidades.

Una Leica II originalmente terminada en laca negra y níquel
Una Leica II originalmente terminada en laca negra y níquel

Un año más tarde apareció una versión modificada de la Leica II, llamada con previsibilidad germana Leica III, que incorporó el rango de velocidades lentas, de 1 segundo a 1/30.

Una Leica III cromada con Elmar 50/3.5 y motor a cuerda MOOLY
Una Leica III cromada con Elmar 50/3.5 y motor a cuerda MOOLY

Pese a su costo no bajo, las Leica II y III lideraron la explosión de ventas de E.Leitz. Otros fabricantes, absortos ante este fenómeno, se debatían entre mejorar la producción y promoción de sus cámaras de formato medio y placas o lanzarse al desarrollo de un sistema copiado al de la Leitz. Finalmente, el mercado indicó claramente la dirección hacia la que debían moverse, aunque no fue hasta 1936 que la competencia más poderosa (y la más temida por Leitz), el gigante de Jena, Carl Zeiss, desembarcó en el mundo de los 35 mm con una joya mecánica, la Contax.

Una rara Contax I(A) de 1936
Una rara Contax I(A) de 1936

Con la introducción de la Leica III y sus variantes posteriores, la impostación básica de toda máquina fotográfica de 35 mm llegó por fin a su maduración completa. Todas las que siguieron fueron meras variaciones sobre el mismo tema: el sueño cumplido de un asmático harto de acarrear kilos y kilos de equipo fotográfico durante sus terapéuticas excursiones por las montañas de Bavaria.

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